El Rey asegura la unidad de España y hace un llamamiento a la responsabilidad de intervenir ante la Generalitat

El Rey, Felipe VI se dirigió anoche al pueblo español, con un discurso inédito en su reinado al objeto de constatar que vivimos momentos de "extrema gravedad" a causa de quienes quieren independizar a Cataluña, acusando de "deslealtad inadmisible" a las instituciones catalanas, en clara referencia al Gobierno de la Generalitat. Discurso en el que avisa que se está poniendo "en riesgo la estabilidad política y económica" no sólo de esta comunidad sino de toda España. 
Además, ha apelado a la "responsabilidad de los legítimos poderes del Estado para asegurar el orden constitucional, la vigencia del Estado de derecho y el autogobierno de Cataluña".
Con esta intervención Felipe VI abre el telón de un escenario donde el Gobierno está obligado a intervenir ante la Generalitat para restablecer el orden roto, es decir  en la aplicación del artículo 155 de la Constitución, cuya aprobación final corresponde al Senado. El discurso es una consecuencia de los poderes constitucionales del Rey, y así lo subrayó al final de su discurso, cuando proclamó que está comprometido con “la unidad y permanencia de España”. Ésa es su obligación constitucional, con esas mismas palabras se explica en el artículo 56 de la Carta magna, por lo que el mensaje tiene que considerarse como una acción de esa responsabilidad que tiene asumida.
Otra de las vías que contempla el Gobierno es la Ley de Seguridad Nacional, para cuya puesta en marcha sólo se necesita un real decreto ley para “garantizar la defensa de España”. Sin referirse a ello de modo concreto, Don Felipe dibujó ese escenario, un panorama donde la integridad del país está en riesgo por la amenaza de segregación de una parte de ella, por lo que podría aplicarse esa ley.
Es la primera vez que el Rey se dirige a la nación con un mensaje tan grave y ejecutivo. Su padre, Juan Carlos I, se vio obligado a comparecer con motivo del intento de golpe del 23 de febrero, aunque en aquella ocasión, el Gobierno, la oposición y el Congreso al completo estaban secuestrados, la única autoridad era él mismo y un Ejecutivo en funciones formado esa noche por subsecretarios. 
Felipe VI  expresó el apoyo a los catalanes contrarios a la independencia, a quienes les dijo que “no estáis solos”. Al resto de los españoles, les pidió confianza y esperanza porque se actuará con “serenidad y determinación”.
El discurso no evitó ni los calificativos ni el señalamiento concreto de unos causantes, y no hubo ninguna apelación a la negociación con las autoridades catalanas, a quienes definitivamente coloca fuera de la ley y del Estado de derecho. Por eso acusó, a estas instituciones de haber “fracturado y enfrentado” a la sociedad catalana. Así, el Rey no actúa tanto como árbitro de una situación, sino como garante de la unidad del país.